Navidad 2018: Luz en donde más se necesita.

La navidad es una celebración como ninguna. Ha logrado por sí sola traspasar sin darse cuenta su propio propósito milenario: el nacimiento de la máxima figura de la cristiandad. Hoy en día, alrededor del mundo, las familias se reúnen en sus hogares para celebrar las cosas buenas que unen a las personas. Es tan fuerte la sensación, que puedes incluso percibirla en el ambiente como si de verdad la naturaleza, ajena a las simbologías humanas, conspirara para ello.

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De niño y de adulto, siempre me gustaron las luces navideñas en todas sus presentaciones. De niño, al salir al frente de mí casa y verla llena de luz, me parecía tan mágico: era la época en donde la casa era mágica, de cuento, sentía que el espíritu de “Santa” nos vería más fácilmente si mas fuerte era nuestra luz. De adulto, con todas las obligaciones propias del sin sentido que es vivir, por aquello que uno “trabaja para ganarse la vida” (como si la vida fuera algo para ganar), al regresar a casa, luego de una larga jornada de trabajo y ver las luces encendidas, me siento bienvenido, y que siempre vale la pena estar a donde un sitio nos hace hogar.

La navidad es una celebración de luz. Sea lo que eso signifique.

Venezuela es un país que verá en sus familias una tragedia de separación (dentro y fuera de sus fronteras)j, una escasez de sus tradiciones de mesa, una añoranza por lo que hubo o pudo ser. Uno pensaría que no hay qué celebrar tanto, por lo cual estar triste no sería criticable. Venezuela, es decir, nuestro hogar, se ha convertido en una nostalgia que transita por las venas, con escalas en la mente y en el corazón.

Y es precisamente en donde más se necesita de nuestras luces. Quizás es cuando más las necesitemos. Y las luces no tienen que ser cordones con bombillos en una ventana o un bello pesebre que cobija al niño Dios; una luz es, en esencia, energía. Y la mayor energía que tiene cada sujeto es su deseo: por la vida, por el porvenir, por sus seres amados, por sí mismo.

Los que puedan, ayuden a poner una sonrisa en el plato de familias amadas, lleven regalos a los niños, que ellos crean en la felicidad de la sorpresa, que sean ellos mismos en lo que puedan; llévate a un amigo que no pueda hoy, sostenlo, busca la calidez humana que hemos perdido por la frivolidad de estar esperando “algo a cambio”.

Los que no puedan por tanto golpe, busquen en su guardarropa su mejor prenda, quítenle el polvo y quedara como nueva. Vístase, no para la ocasión que también importa, vístase para usted, para brillar de hermoso o hermosa. No es asunto de ego, es que esto es lo nuestro y lo nuestro nos da vida, y la vida es en sí una luz de deseo y es lo que necesitamos.

Dígale a su gente lo importante que es para usted, en especial dígaselos a quienes no ve o escucha con frecuencia porque cree que su círculo es quienes pueden estar cerca circunstancialmente. Hazte notar. Las luces brillan con más fuerza mientras más oscuro es el lugar. Venezuela es una zona en oscura incertidumbre. Y solo las luces harán del hogar un sitio mágico y al que siempre hay que regresar.

Hoy enciende tu mejor luz. Brilla. Incandescente. Lo necesitamos hoy más que nunca. No es costumbre, y es mucho más que cultura. Esto somos. Enciende tu luz y brilla.

Autor: Carlos Puche H

A veces psicólogo, a veces escritor, pero mas veces tan solo yo mismo. Las palabras, como la vida, se abren camino. Aprendiz de fotógrafo.

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